Lectura
del día: 2 de Junio de 2023
Hagamos el elogio de los hombres ilustres,
de nuestros antepasados por generaciones.
Otros no dejaron memoria,
desaparecieron como si no hubieran existido;
fueron igual que si no hubieran sido,
y lo mismo sus hijos después de ellos.
Pero hubo también hombres honrados,
cuyas virtudes no han sido olvidadas.
Una rica herencia nacida de ellos
permanece en sus descendientes.
Su descendencia sigue fiel a las alianzas,
y también sus nietos, gracias a ellos.
Por siempre permanecerá su descendencia,
y su gloria no se marchitará.
¡Aleluya!
¡Canten al Señor un canto nuevo:
alábenlo en la asamblea de los fieles!
¡Celebre Israel a su Creador,
festejen los hijos de Sión a su Rey!
Que alaben su nombre con danzas,
que toquen para él el arpa y la pandereta.
Porque el Señor aprecia a su pueblo,
concede a los débiles la victoria.
Que los fieles salten de alegría
y hasta en sus lechos canten jubilosos:
con vivas a Dios en la boca
y con espadas de dos filos en las manos,
para aplicarles la sentencia escrita.
Será un honor para todos sus fieles.
Cuando Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y observó todo a su alrededor, pero como ya era tarde, se fue a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al ver de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó a ver si encontraba algo en ella. Pero no encontró más que hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
-Que nunca jamás nadie coma fruto de ti.
Sus discípulos lo oyeron.
Cuando llegaron a Jerusalén Jesús entró en el templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en el templo. Tumbó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían las palomas, y no permitía que nadie pasara por el templo llevando cosas. Luego se puso a enseñar diciéndoles:
-¿No está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Ustedes, sin embargo, la han convertido en cueva de ladrones.
Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se enteraron y buscaban el modo de acabar con Jesús, porque le tenían miedo, ya que toda la gente estaba asombrada de su enseñanza.
Cuando anocheció, salieron fuera de la ciudad.
Cuando a la mañana siguiente pasaron por allí, vieron que la higuera se había secado hasta la raíz. Pedro se acordó y dijo a Jesús:
-Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús les dijo:
-Tengan fe en Dios. Les aseguro que si alguien le dice a esta montaña: «Quítate de ahí y arrójate al mar», si lo hace sin dudar y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso les digo: Todo lo que pidan en su oración, lo obtendrán si tienen fe en que van a recibirlo. Y cuando oren, perdonen si tienen algo contra alguien, para que también su Padre del cielo les perdone sus culpas. Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre celestial les perdonará sus culpas.
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