Lectura del día: 10 de Febrero de 2023 




Primera Lectura : Gn 3,1-8

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que había hecho el Señor Dios. Fue y dijo a la mujer:
-¿Así que Dios les dijo que no comieran de ninguno de los árboles del huerto?
La mujer respondió a la serpiente:
-Podemos comer el fruto de los árboles del huerto; sólo nos prohibió Dios, bajo amenaza de muerte, comer o tocar el fruto del árbol que está en medio del huerto.
La serpiente contestó a la mujer:
-¡De ningún modo morirán! Lo que pasa es que Dios sabe que en el momento en que coman se les abrirán los ojos y serán como Dios, conocedores del bien y del mal.
Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno para comer, hermoso a la vista y deseable para adquirir sabiduría. Así que tomó de su fruto y comió; se lo dio también a su marido, que estaba junto a ella, y él también comió. Entonces se les abrieron los ojos, se dieron cuenta de que estaban desnudos, entrelazaron hojas de higuera y se taparon con ellas.
Oyeron después los pasos del Señor Dios que se paseaba por el huerto al fresco de la tarde, y el hombre y su mujer se escondieron de su vista entre los árboles del huerto.


Salmo : Sal 31,1-2.5-7

Dichoso el que fue absuelto de su culpa
y a quien se perdonó su pecado.
Dichoso el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta su falta,
y en cuyo espíritu no hay engaño.
Pero reconocí ante ti mi pecado, no te oculté mi falta;
pensé: «Confesaré al Señor mis culpas».
Y tú perdonaste mi falta y mi pecado.
Por eso te imploran todos los fieles en los momentos de angustia,
y aunque se desborden las aguas caudalosas, no los alcanzarán.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me inundarás de alegría por la liberación.


Evangelio : Mc 7,31-37

Dejó el territorio de Tiro y se dirigió de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaban que impusiera sobre él la mano. Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo:
-Effatha (que significa: ábrete);.
Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente. El les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo proclamaban. Y tremendamente admirados decían:
-Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.


 
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