Lectura del día: 13 de Enero de 2022 




Primera Lectura : 1 Sm 4,1-11

La palabra de Samuel se escuchaba en todo Israel.
Por entonces los filisteos se reunieron para atacar a Israel. Los israelitas acamparon en Eben Ezer, mientras que los filisteos estaban acampados en Afec. Los filisteos tomaron posiciones frente a Israel; se entabló el combate e Israel fue derrotado por los filisteos, que mataron en el campo de batalla unos cuatro mil hombres.
El pueblo regresó al campamento y los ancianos dijeron:
?¿Por qué nos ha hecho sufrir hoy el Señor esta derrota frente a los filisteos? Vayamos a Siló a buscar el arca de la alianza del Señor, para que venga con nosotros, y nos libre de nuestros enemigos.
El pueblo mandó gente a Siló para que trajeran el arca de la alianza del Señor todopoderoso, que descansa sobre los querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Pinjás, venían con el arca de la alianza de Dios. Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, los israelitas lanzaron el grito de guerra y la tierra retemblaba.
Al oír los filisteos el griterío, se preguntaron:
?¿A qué se debe tanta alegría en el campamento de los hebreos?
Y cayeron en la cuenta de que el arca del Señor había llegado al campamento.
A los filisteos les entró miedo, y comentaban:
?Ha venido Dios al campamento. ¡Ay de nosotros! Esto no había sucedido nunca. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos salvará de la mano de esa divinidad tan poderosa? Es la que castigó a Egipto con toda clase de plagas y epidemias. Cobren ánimo y sean fuertes, filisteos, para no servir a los hebreos como ellos les han servido a ustedes. Sean hombres y luchen.
Los filisteos fueron al combate. Israel fue derrotado y huyó cada uno a su tienda. Fue una gran derrota; cayeron de Israel treinta mil hombres de infantería, el arca de Dios fue capturada y los dos hijos de Elí, Jofní y Pinjás, murieron.




Salmo : Sal 43,10-11.14-15.25

Pero ahora nos rechazas y permites que se burlen de nosotros;
ya no acompañas a nuestras tropas.
Nos haces retroceder ante nuestros adversarios,
y nuestros enemigos nos han saqueado.
Nos haces motivo de burla para nuestros vecinos,
risa y desprecio para cuantos nos rodean;
nos has hecho el comentario de las naciones,
ante nosotros los pueblos menean la cabeza.
¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor mío?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
¿Por qué te desentiendes de nosotros
y olvidas nuestra miseria y opresión?


Evangelio : Mc 1,40-45

Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas:
-Si quieres, puedes limpiarme.
Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
-Quiero, queda limpio.
Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio.
Entonces lo despidió, advirtiéndole seriamente:
-No se lo digas a nadie; vete, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les conste que has quedado sano.
El, sin embargo, tan pronto como se fue, comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse fuera, en lugares despoblados, y aun así seguían acudiendo a él de todas partes.


 
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