Lectura del día: 1 de Mayo de 2019 




Primera Lectura : Hch 5,17-26

Entonces, el sumo sacerdote y todos los de su partido, es decir, el grupo de los saduceos, llenos de rabia prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero el ángel del Señor abrió por la noche la puerta de la cárcel, los sacó y les dijo:
-Id, y anunciad al pueblo en el templo todo lo referente a este estilo de vida.
Dóciles a este mandato, entraron de madrugada en el templo y se pusieron a enseñar. Entre tanto, el sumo sacerdote y los de su partido convocaron al sanedrín y a todos los ancianos de Israel, y mandaron a buscarlos a la cárcel. Pero, al llegar allá los alguaciles, no los encontraron; así que se volvieron y les dieron este informe:
-Hemos encontrado la cárcel bien cerrada y a los guardias custodiando las puertas, pero al abrir no hemos hallado a nadie dentro.
Al oír esto, el prefecto del templo y los jefes de los sacerdotes se quedaron perplejos, pensando qué habría sido de ellos, hasta que alguien llegó diciendo:
-Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo.
Entonces el prefecto fue con los alguaciles y trajo a los apóstoles, aunque sin violencia, pues temían que el pueblo los apedrease.

Salmo : Sal 33,17-23

Pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su recuerdo.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha,
y lo libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca de los que sufren
y salva a los que están abatidos.
Muchas son las desdichas del justo,
pero de todas lo libra el Señor;
cuida de todos sus huesos,
ni uno solo se le romperá.
La maldad hará perecer al malvado,
los que odian al justo serán castigados;
porque el Señor redime a sus siervos,
y no serán castigados los que se acogen a él.

Evangelio : Jn 3,16-21

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no será condenado; por el contrario, el que no cree en él, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios. El motivo de esta condenación está en que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque hacían el mal. Todo el que obra mal detesta la luz y la rehúye por miedo a que su conducta quede al descubierto. Sin embargo, aquel que actúa conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que todo lo que él hace está inspirado por Dios.

 
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