Lectura
del día: 19 de Julio de 2024
Por aquel tiempo, Ezequías se enfermó gravemente. El profeta Isaías, hijo de Amós, acudió a él y le dijo:
?Así dice el Señor: «Arregla los asuntos de tu casa, porque muy pronto vas a morir».
Entonces Ezequías, con el rostro contra la pared, oró al Señor así:
?Acuérdate, Señor, que he caminado fielmente en tu presencia, y que te he agradado con mi conducta, actuando con rectitud.
Y comenzó a llorar amargamente.
El Señor dijo a Isaías:
?Ve y di a Ezequías: Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Dentro de tres días podrás subir al templo del Señor. Alargaré tu vida quince años, te libraré a ti y a esta ciudad del rey de Asiria, y protegeré a esta ciudad.
Isaías dijo:
?Traigan una ungüento hecho de higos secos y aplíquenselo a la herida; así sanará.
Ezequías preguntó:
?¿Cuál es la señal de que subiré al templo del Señor?
Isaías respondió:
?Esta es la señal que el Señor te da como prueba de que cumplirá su palabra: Haré retroceder diez grados la sombra ya avanzada que proyecta el sol, según las marcas del reloj de Ajaz.
Y el sol retrocedió diez grados que ya había avanzado.
Yo dije: A la mitad de mis días
tengo que traspasar
las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.
Dije: ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ni contemplaré a los hombres
en compañía de los habitantes del mundo.
Levantan y pliegan mi morada
como una tienda de pastor.
Enrollaba yo mi vida como un tejedor,
pero tú cortaste el hilo de mi ovillo.
El Señor está con los suyos.
Ellos vivirán, y su espíritu los animará;
tú me curarás y me harás revivir.
En una ocasión Jesús caminaba a través de unos campos sembrados. Era sábado. Sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a cortar espigas y a comerlas. Los fariseos, al ver lo que hacían, le dijeron:
-¿No te das cuenta de que tus discípulos hacen algo que no está permitido en sábado?
Jesús les respondió:
-¿No han leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y sus compañeros: cómo entró en el templo de Dios y comió los panes de la ofrenda que ni a él ni a los suyos les estaba permitido comer, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco han leído en la ley que en sábado los sacerdotes del templo pueden quebrantar el precepto del sábado quedando sin culpa? Pues yo les digo que aquí hay alguien más importante que el templo. Si supieran lo que significa: quiero amor y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.
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