Lectura
del día: 11 de Julio de 2024
Hijo mío, si aceptas mis palabras
y guardas como un tesoro mis mandatos,
prestando atención a la sabiduría
y abriendo tu mente a la prudencia;
si invocas a la inteligencia
y llamas a la prudencia,
si la buscas como al dinero
y la desentierras como un tesoro,
entonces comprenderás el temor del Señor
y hallarás el conocimiento de Dios.
Porque el Señor concede la sabiduría
y de su boca brotan el saber y la prudencia.
El atesora sensatez para el hombre recto,
es escudo para el de conducta íntegra.
Cuida las sendas del derecho
y protege el camino de los fieles.
Entonces comprenderás
el derecho, la justicia y la rectitud,
todos los caminos del bien.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Mi ser se gloría en el Señor,
que los humildes lo oigan y se alegren.
Engrandezcan conmigo al Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Miren hacia él: quedarán radiantes,
y la vergüenza no cubrirá sus rostros.
Gusten y vean qué bueno es el Señor,
dichoso el hombre que se refugia en él.
Vengan, hijos, escúchenme:
voy a enseñarles el temor del Señor.
Guarda tu lengua del mal
y tus labios de la mentira,
apártate del mal y obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo:
-Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos espera?
Jesús les contestó:
-Les aseguro que ustedes, los que me han seguido, cuando todo se haga nuevo y el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por mi causa, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.
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