Lectura
del día: 28 de Abril de 2024
Cuando llegó a Jerusalén, intentaba unirse a los discípulos, pero todos le tenían miedo, pues no creían que fuera realmente un discípulo. Entonces Bernabé tomó consigo a Saulo y lo presentó a los apóstoles. Les contó cómo en el camino Saulo había visto al Señor que le había hablado, y con qué convencimiento había predicado en Damasco el nombre de Jesús. Desde entonces iba y venía libremente con los apóstoles en Jerusalén, predicando con valentía el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de procedencia helenista, pero éstos decidieron matarlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y de allí lo enviaron hacia Tarso.
Entre tanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría; se consolidaba viviendo en fidelidad al Señor, y se extendía impulsada por el Espíritu Santo.
El será mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré mis votos en presencia de quienes lo respetan.
Comerán los humildes y se saciarán,
alabarán al Señor los que lo buscan:
«¡Viva su corazón por siempre!».
Al recordarlo retornará al Señor la tierra entera,
todas las naciones se postrarán ante él.
Sólo ante él se postrarán los grandes de la tierra,
ante él se inclinarán todos los mortales.
Yo viviré para el Señor,
mi descendencia le rendirá culto,
hablarán de él a la generación venidera,
narrarán su salvación a los que nacerán después,
diciendo: «Esto hizo el Señor».
Hijos míos, no amemos solamente de palabra, sino con hechos y de verdad. En esto sabremos que pertenecemos a la verdad y tendremos la conciencia tranquila ante Dios, porque si ella nos condena, Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. Hermanos queridos, si nuestra conciencia no nos condena, podemos acercarnos a Dios con confianza, y lo que le pidamos lo recibiremos de él, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros según el mandamiento que él nos dio. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Por eso sabemos que él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. El Padre corta todas las ramas unidas a mí que no dan fruto y poda las que dan fruto, para que den más fruto. Ustedes ya están limpios, gracias a las palabras que les he comunicado. Permanezcan unidos a mí, como yo lo estoy a ustedes. Ninguna rama puede producir fruto por sí misma, sin permanecer unida a la vid, y lo mismo les ocurrirá a ustedes, si no están unidos a mí. Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mí no pueden hacer nada. El que no permanece unido a mí, es arrojado fuera, como las ramas que se secan y luego son amontonadas y arrojadas al fuego para ser quemadas.
Si permanecen unidos a mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo tendrán. Mi Padre recibe gloria cuando producen fruto en abundancia, y se manifiestan como discípulos míos.
|