Lectura
del día: 25 de Abril de 2024
Sean humildes en sus relaciones mutuas, pues Dios se enfrenta a los soberbios, pero concede su favor a los humildes.
Así pues, humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que los exalte en su momento. Confíenle todas sus preocupaciones, ya que él se preocupa de ustedes.
Vivan con sobriedad y estén alerta. El diablo, su enemigo, ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Háganle frente con la firmeza de la fe, sabiendo que sus hermanos dispersos por el mundo soportan los mismos sufrimientos.
Y el Dios de toda gracia, que los ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de un corto sufrimiento los restablecerá, los fortalecerá, los robustecerá y los consolidará. Suyo es el poder por siempre. Amén.
Por medio de Silvano, a quien ustedes consideran un hermano digno de confianza, según tengo entendido, les he escrito brevemente para exhortarles y asegurarles que ésta es la verdadera gracia de Dios. Permanezcan firmes en ella.
Los saluda la iglesia de Babilonia, a la que Dios ha elegido lo mismo que a la de ustedes; los saluda también Marcos, mi hijo. Salúdense mutuamente con el beso de amor fraternal. Paz a todos ustedes, los que viven unidos en Cristo.
Cantaré eternamente el amor del Señor,
anunciaré por siempre tu fidelidad,
proclamaré: «tu amor está consolidado para siempre,
tu fidelidad está firme en los cielos».
Señor, los cielos proclaman tus maravillas,
y tu fidelidad la asamblea de los santos.
¿Quién puede compararse al Señor sobre las nubes?
¿Quién como el Señor entre los dioses?
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte,
caminará, Señor, a la luz de tu presencia;
todo el día se alegran en tu nombre,
son engrandecidos por tu fuerza salvadora.
Y les dijo:
-Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se condenará. A los que crean, les acompañarán estas señales: expulsarán demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes con sus manos y, aunque beban veneno, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos sanarán.
Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos salieron a predicar por todas partes, el Señor los asistía y confirmaba la palabra acompañándola con señales.
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