Lectura
del día: 7 de Abril de 2024
El grupo de los creyentes pensaban y sentían lo mismo, y nadie consideraba como propio nada de lo que poseía, sino que tenían en común todas las cosas. Por su parte, los apóstoles daban testimonio con gran energía de la resurrección de Jesús, el Señor, y todos gozaban de gran estima. No había entre ellos necesitados, porque todos los que tenían hacienda o casas las vendían, llevaban el precio de lo vendido, lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad.
Diga el pueblo de Israel: es eterno su amor.
Diga la estirpe de Aarón: es eterno su amor.
Digan los que honran al Señor: es eterno su amor.
«¡La diestra del Señor hace proezas,
la diestra del Señor es sublime,
la diestra del Señor hace proezas!».
No he de morir, viviré
y contaré las hazañas del Señor;
La piedra que rechazaron los constructores
se ha convertido en piedra angular;
Esto es obra del Señor y es realmente admirable.
Este es el día en que actuó el Señor,
hagamos fiesta y alegrémonos en él.
El que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios. Y todo el que ama al que da el ser, debe amar también a quien lo recibe de él. Por tanto, si amamos a los hijos de Dios, es señal de que amamos a Dios y de que cumplimos sus mandamientos. Porque el amor consiste en guardar sus mandamientos, y sus mandamientos no son pesados. Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la fuerza victoriosa que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino por agua y sangre, Jesucristo; no por agua únicamente, sino por agua y sangre; y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
-La paz esté con vosotros.
Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo:
-La paz esté con vosotros.
Y añadió:
-Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros.
Sopló sobre ellos y les dijo:
-Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá.
Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban «El Mellizo», no estaba con ellos cuando se les apareció Jesús. Le dijeron, pues, los demás discípulos:
-Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
-Si no veo las señales dejadas en sus manos por los clavos y meto mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo creeré.
Ocho días después, se hallaban de nuevo reunidos en casa todos los discípulos de Jesús. Estaba también Tomás. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
-La paz esté con vosotros.
Después dijo a Tomás:
-Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.
Tomás contestó:
-¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
-¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto.
Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más signos de los que han sido recogidos en este libro. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y para que, creyendo tengáis en él vida eterna.
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