Lectura del día: 6 de Abril de 2024 




Primera Lectura : Hch 4,13-21

Al ver la valentía con que se expresaban Pedro y Juan, no salían de su asombro, sabiendo que eran hombres del pueblo y sin cultura. Los reconocían como aquellos que habían acompañado a Jesús; pero, como veían con ellos de pie al hombre que había sido sanado, nada podían responder. Entonces les ordenaron salir del Consejo de Ancianos y comenzaron a discutir entre ellos:
-¿Qué haremos con estos hombres? El milagro que han hecho es notorio y lo saben todos los habitantes de Jerusalén; no podemos negarlo. No obstante, para que no se divulgue más entre el pueblo, los amenazaremos, para que no vuelvan a hablar a nadie en nombre de ése.
Así que los llamaron y les prohibieron terminantemente hablar y enseñar en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les respondieron:
-¿Les parece justo delante de Dios que les obedezcamos a ustedes antes que a él? Por nuestra parte, no podemos dejar de proclamar lo que hemos visto y oído.
Ellos amenazándolos de nuevo, los dejaron en libertad. No encontraron el modo de castigarlos por temor al pueblo, pues todos daban gloria a Dios por lo sucedido.


Salmo : Sal 117,1.14-21

¡Den gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterno su amor!
el Señor es mi fuerza y para él es mi canto,
porque él es mi salvación.
Se escuchan gritos de júbilo y victoria
en las tiendas de los vencedores:
«¡El brazo del Señor hace prodigios,
el brazo del Señor es sublime,
el brazo del Señor hace prodigios!».
No he de morir, viviré
y contaré las hazañas del Señor;
me castigó duramente el Señor,
pero no permitió que muriera.
¡Abranme las puertas del triunfo,
entraré para dar gracias al Señor!
Esta es la puerta del Señor,
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste,
y fuiste mi salvación.


Evangelio : Mc 16,9-15

Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana y se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue a comunicárselo a los que lo habían acompañado, que estaban tristes y seguían llorando. Ellos, a pesar de oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no creyeron.
Después de esto se apareció, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban de camino hacia el campo. También ellos fueron a dar la noticia a los demás. Pero tampoco les creyeron.
Por último, se apareció a los Once, cuando estaban a la mesa, y les reprochó su incredulidad y su terquedad, por no haber creído a quienes lo habían visto resucitado. Y les dijo:
-Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura.


 
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