Lectura
del día: 6 de Abril de 2024
Al ver la valentía con que se expresaban Pedro y Juan, no salían de su asombro, sabiendo que eran hombres del pueblo y sin cultura. Los reconocían como compañeros de Jesús; pero, como veían con ellos en pie al hombre curado, nada podían responder. Entonces les ordenaron salir del sanedrín y se pusieron a deliberar entre ellos:
-¿Qué hacemos con estos hombres? El milagro que han hecho es notorio y lo saben todos los habitantes de Jerusalén; no podemos negarlo. No obstante, para que no se divulgue más entre el pueblo, los intimidaremos con amenazas, para que no vuelvan a hablar a nadie en nombre de ése.
Así que los llamaron y les prohibieron terminantemente hablar y enseñar en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les respondieron:
-¿Os parece justo delante de Dios que os obedezcamos a vosotros antes que a él? Por nuestra parte, no podemos dejar de proclamar lo que hemos visto y oído.
Ellos los despidieron con amenazas, sin encontrar el modo de castigarlos a causa del pueblo, pues todos daban gloria a Dios por lo sucedido.
¡Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
el Señor es mi fuerza y a él canto,
porque él será mi salvación.
Se oyen clamores de júbilo y victoria
en las tiendas de los justos:
«¡La diestra del Señor hace proezas,
la diestra del Señor es sublime,
la diestra del Señor hace proezas!».
No he de morir, viviré
y contaré las hazañas del Señor;
me castigó duramente el Señor,
pero no permitió que muriese.
¡Abridme las puertas de la salvación,
entraré para dar gracias al Señor!
Esta es la puerta del Señor,
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste,
y fuiste mi salvación.
Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana y se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Esta fue a comunicárselo a los que lo habían acompañado, que estaban tristes y seguían llorando. Ellos, a pesar de oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.
Después de esto se apareció, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban de camino hacia el campo. También fueron a dar la noticia a los demás. Pero tampoco les creyeron.
Por último, se apareció a los once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad, por no haber creído a quienes lo habían visto resucitado. Y les dijo:
-Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura.
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