Lectura
del día: 2 de Abril de 2024
Así pues, que todos los israelitas tengan la certeza de que Dios ha constituido Señor y Mesías a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis.
Estas palabras les llegaron hasta el fondo del corazón, así que preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
-¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les respondió:
-Arrepentíos y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para que queden perdonados vuestros pecados. Entonces recibiréis el don del Espíritu Santo.Pues la promesa es para vosotros, para vuestros hijos, e incluso para todos los de lejos a quienes llame el Señor nuestro Dios.
Y con otras muchas palabras los animaba y los exhortaba, diciendo:
-Poneos a salvo de esta generación perversa.
Los que acogieron su palabra se bautizaron, y se les agregaron aquel día unas tres mil personas.
Pues la palabra del Señor es sincera,
todas sus acciones son leales;
El ama la justicia y el derecho,
el amor del Señor llena la tierra.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librarlos de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros esperamos en el Señor,
él es nuestro socorro y nuestro escudo;
él es la alegría de nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu amor, Señor, nos acompañe,
como lo esperamos de ti.
María, en cambio, se quedó allí, junto al sepulcro, llorando. Sin dejar de llorar, volvió a asomarse al sepulcro. Entonces vio dos ángeles, vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
Los ángeles le preguntaron:
-Mujer, ¿por qué lloras?
Ella contestó:
-Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
Dicho esto, se volvió hacia atrás y entonces vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó:
-Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscando?
Ella, creyendo que era el jardinero, le contestó:
-Señor, si te lo has llevado tú, díme dónde lo has puesto y yo misma iré a recogerlo.
Entonces Jesús la llamó por su nombre:
-¡María!
Ella se acercó a él y exclamó en arameo:
-¡Rabboni! (que quiere decir Maestro);.
Jesús le dijo:
-No me retengas más, porque todavía no he subido a mi Padre; anda, vete y diles a mis hermanos que voy a mi Padre, que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios.
María Magdalena se fue corriendo adonde estaban los discípulos y les anunció:
-He visto al Señor.
Y les contó lo que Jesús le había dicho.
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