Lectura
del día: 22 de Junio de 2023
¡Ojalá disculpen un poco mi impertinencia! Ya sé que me tolerarán, pues mis celos por ustedes son celos de Dios, ya que los he desposado con un solo marido, presentándolos a Cristo como si fueran una virgen pura. Pero temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así también se perviertan los pensamientos de ustedes y los aparten de la sinceridad y pureza que le deben a Cristo. De hecho, si viene alguno y les anuncia a un Jesús distinto del que les hemos anunciado, o reciben un espíritu distinto del que recibieron, o un evangelio diferente del que han aceptado, lo toleran con gusto. ¡Pues creo que en nada soy inferior a esos superapóstoles! Y si carecemos de elocuencia, no nos faltan conocimientos, como lo hemos demostrado siempre a ustedes en las más diversas circunstancias.
¿Es que he cometido un pecado al anunciarles gratuitamente el evangelio de Dios, humillándome yo para que ustedes fueran engrandecidos? He tenido la sensación de despojar a otras iglesias al aceptar de ellas un salario para servirles a ustedes. Y cuando estaba con ustedes y me encontré necesitado, para nadie fui una carga; los hermanos procedentes de Macedonia fueron los que me atendieron en mis necesidades. He tenido gran cuidado en no ser para ustedes una carga, y seguiré teniéndolo. Por Cristo en quien creo les aseguro que nadie en todas las regiones de Acaya me arrebatará este motivo de orgullo. ¿Acaso me comporté así porque no los amo? Bien sabe Dios que los amo.
¡Aleluya!
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión de los buenos y en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Su acción es espléndida y majestuosa,
su salvación permanece para siempre.
Ha hecho maravillas memorables,
el Señor es compasivo y misericordioso.
El actúa con verdad y justicia,
todas sus leyes son de fiar,
estables para siempre
y promulgadas con verdad y rectitud.
Y al orar, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo;
danos hoy el pan que necesitamos;
perdónanos nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación;
y líbranos del mal.
Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre les perdonará sus culpas.
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