Lectura
del día: 13 de Junio de 2023
Dios es testigo de que nuestras palabras no son hoy «sí» y mañana «no». Como tampoco Jesucristo, el Hijo de Dios a quien les hemos anunciado Silvano, Timoteo y yo, ha sido un sí y un no; en él todo ha sido sí, pues todas las promesas de Dios se han cumplido en él. Por eso el amén con que glorificamos a Dios lo decimos por medio de él. Y es Dios quien a nosotros y a ustedes nos fortalece en Cristo, el que nos ha ungido, nos ha marcado con su sello y nos ha dado su Espíritu como garantía de salvación.
Tus preceptos son una maravilla, por eso los observo.
La explicación de tu palabra es luz que ilumina
y proporciona instrucción a los sencillos.
Abro mi boca suplicando, porque ansío tus mandatos.
Atiéndeme y ten piedad de mí, como haces con los que te aman.
Asegura mis pasos conforme a tu promesa,
que la maldad no se apodere de mí.
Rescátame de la opresión de los hombres,
y así podré observar tus decretos.
Muéstrame tu rostro radiante, enséñame tus normas.
Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará? Ya no sirve para nada, sino para tirarla fuera y que la pisen los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de una montaña. Tampoco se enciende una lámpara de aceite para cubrirla con una vasija de barro; sino que se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille su luz delante de los hombres de modo que, al ver sus buenas obras, den gloria a su Padre que está en los cielos.
No piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias. Porque les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra la más pequeña letra de la ley estará vigente hasta que todo se cumpla.
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