Lectura
del día: 21 de Febrero de 2023
Hijo, si te acercas a servir al Señor,
prepárate para la prueba;
orienta bien tu corazón, mantente firme,
y en tiempo de adversidad no te inquietes.
Unete a él y no te alejes,
para que al final te veas enaltecido.
Acepta lo que te venga,
y sé paciente en dolores y humillaciones.
Porque en el fuego se prueba el oro,
y los que agradan a Dios en el horno de la humillación.
Confía en él pues vendrá en tu ayuda,
procede con rectitud y espera en él.
Los que temen al Señor, pongan en su amor la esperanza,
no se desvien, no sea que caigan.
Los que temen al Señor tengan confianza en él,
y no quedarán sin recompensa.
Los que temen al Señor, esperen sus bienes,
la alegría eterna y el amor.
Fíjense en las generaciones pasadas y comprueben:
¿Quién confió en el Señor y quedó decepcionado?
¿Quién perseveró en su temor y fue desamparado?
¿Quién lo invocó y no fue escuchado?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso,
él perdona los pecados y salva en tiempo de angustia.
¡Ay de los corazones cobardes, de las manos perezosas
y del pecador que actúa con doblez!
¡Ay del corazón deprimido y falto de fe,
porque no será protegido!
Confía en el Señor y haz el bien,
habita en esta tierra y mantente fiel;
que el Señor sea tu deleite,
y él te dará lo que desea tu corazón.
El Señor cuida la vida de los buenos,
su herencia durará eternamente;
no se verán defraudados
en el momento de la desgracia,
en tiempo de hambre se saciarán.
Apártate del mal, haz el bien,
y tendrás siempre una morada;
porque el Señor ama la justicia,
y no abandona a sus devotos,
sino que los protege siempre,
mientras que será exterminada
la descendencia de los malvados.
Del Señor viene la salvación de los justos:
él es su refugio en momentos de angustia;
el Señor los ayuda y los libera,
los libera de los malvados y los salva,
porque se refugian en él.
Se fueron de allí y atravesaron Galilea. Jesús no quería que nadie lo supiera, porque estaba dedicado a instruir a sus discípulos. Les decía que el Hijo del hombre iba a ser entregado en manos de los hombres, que le darían muerte y que, después de morir, a los tres días, resucitaría.
Ellos no entendían lo que quería decir, pero les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, les preguntó:
-¿De qué discutían por el camino?
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido acerca de quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
-El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Luego tomó a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
-El que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no es a mí a quien recibe, sino al que me ha enviado.
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