Lectura del día: 6 de Febrero de 2023 




Primera Lectura : Gn 1,1-19

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas.
Y dijo Dios:
-Que exista la luz.
Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena y la separó de las tinieblas. A la luz la llamó día y a las tinieblas noche.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.
Y dijo Dios:
-Que haya un firmamento entre las aguas para separar unas aguas de otras.
Y así fue. Hizo Dios el firmamento y separó las aguas que hay debajo, de las que hay encima de él. Al firmamento Dios lo llamó cielo.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.
Y dijo Dios:
-Que las aguas que están bajo los cielos se reúnan en un solo lugar, y aparezca lo seco.
Y así fue. A lo seco lo llamó Dios tierra y a la acumulación de las aguas la llamó mares. Y vio Dios que era bueno.
Y dijo Dios:
-Produzca la tierra vegetación: plantas con semilla y árboles frutales que den en la tierra frutos con semilla de su especie.
Y así fue. Brotó de la tierra vegetación: plantas con semilla de su especie y árboles frutales que dan fruto con semilla de su especie. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.
Y dijo Dios:
-Que haya lumbreras en el firmamento celeste para separar el día de la noche, y sirvan de señales para distinguir las estaciones, los días y los años; que brillen en el firmamento para iluminar la tierra.
Y así fue. Hizo Dios dos lumbreras grandes, la mayor para regir el día y la menor para regir la noche, y también las estrellas; y las puso en el firmamento para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.


Salmo : Sal 103,1-2a.5-6.10.12.24.35c

Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Vestido de majestad y de esplendor,
envuelto en un manto de luz.
Afirmaste la tierra sobre sus cimientos
y permanecerá inconmovible para siempre;
le pusiste el océano como vestido
y las aguas cubrían las montañas.
De los manantiales sacas los ríos,
que corren entre las montañas;
En sus riberas anidan las aves del cielo,
que dejan oír su canto entre las ramas.
¡Cuántas son tus obras, Señor!
Todas las hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice al Señor, alma mía! ¡Aleluya!


Evangelio : Mc 6,53-56

Después de atravesar el lago llegaron hasta la orilla de Genesaret donde dejaron la barca. Pero al desembarcar algunos lo reconocieron. Recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían decir que se encontraba Jesús. Cuando llegaba a cualquier ciudad, pueblo o aldea, colocaban en la plaza a los enfermos y le pedían que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban sanos.

 
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