Lectura
del día: 5 de Febrero de 2023
Que compartas tu pan con el hambriento,
que hospedes a los pobres sin techo
que proporciones ropas al desnudo
y que no te desentiendas de tus semejantes.
Entonces brillará tu luz como la aurora
y tus heridas sanarán en seguida,
tu recto proceder caminará ante ti
y te seguirá la gloria del Señor.
Entonces invocarás al Señor y él te responderá,
pedirás auxilio y te dirá: «Aquí estoy».
Si alejas de ti toda opresión,
si dejas de acusar con el dedo
y de levantar calumnias,
si repartes tu pan al hambriento
y sacias al que desfallece,
entonces surgirá tu luz en las tinieblas
y tu oscuridad se convertirá en mediodía.
Como luz para los buenos brilla en la oscuridad
el que es compasivo, misericordioso y recto.
Dichoso el hombre que se apiada y presta,
y administra con honradez sus asuntos:
el hombre recto jamás sucumbirá
y su recuerdo permanecerá por siempre;
no tiene miedo a las malas noticias,
confía en el Señor y se siente seguro;
su corazón está sereno, no tiene miedo,
y triunfará sobre sus adversarios.
Da sin medida al necesitado,
su rectitud permanece para siempre,
y mantiene con dignidad su frente en alto.
En lo que a mí toca, hermanos, cuando vine a su ciudad para anunciarles el misterio de Dios, no lo hice a base de elocuencia o de sabiduría. Pues nunca entre ustedes he presumido de conocer otra cosa sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Me presenté ante ustedes débil, asustado y temblando de miedo. Mi palabra y mi predicación no consistieron en sabios y persuasivos discursos; fue más bien una demostración del poder del Espíritu, para que fundamenten su fe, no en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará? Ya no sirve para nada, sino para tirarla fuera y que la pisen los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de una montaña. Tampoco se enciende una lámpara de aceite para cubrirla con una vasija
de barro; sino que se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille su luz delante de los hombres de modo que, al ver sus buenas obras, den gloria a su Padre que está en los cielos.
|