Lectura
del día: 2 de Mayo de 2019
Los hicieron entrar para que comparecieran ante el sanedrín, y el sumo sacerdote les preguntó:
-¿No os prohibimos terminantemente enseñar en nombre de ése? Y sin embargo habéis llenado Jerusalén con vuestras enseñanzas y queréis hacernos responsables de la muerte de ese hombre.
Pedro y los apóstoles respondieron:
-Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado a su derecha como Príncipe y Salvador, para dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de alcanzar el perdón de los pecados. Nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen somos testigos de todo esto.
Ellos, enfurecidos por tales palabras, querían matarlos.
Bendigo al Señor continuamente,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el hombre que se acoge a él.
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su recuerdo.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha,
y lo libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca de los que sufren
y salva a los que están abatidos.
Muchas son las desdichas del justo,
pero de todas lo libra el Señor.
El que viene de lo alto está sobre todos. El que tiene su origen en la tierra es terreno y habla de las cosas de la tierra; el que viene del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído; sin embargo, nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio, reconoce que Dios dice la verdad, porque cuando habla aquel a quien Dios ha enviado, es Dios mismo quien habla, ya que Dios le ha comunicado plenamente su Espíritu. El Padre ama al Hijo y le ha confiado todo. El que cree en el Hijo, tiene la vida eterna; pero quien no lo acepta, no tendrá esa vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
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